Si tenemos la suerte de sacar los huevos que consumimos directo del ponedero para gallinas, no tendremos que preocuparnos por el estado o calidad del producto.

   Sin embargo, la mayoría de los consumidores se enfrentan al dilema del huevo fresco vs el huevo viejo.

   Es importante saber que un huevo que está viejo, pero no podrido, si puede ser consumido, pero los cuidados a la hora de hacerlo deben ser extremos. Para asegurar que sean aptos se deben cocinar durante mucho tiempo, eliminando los microorganismos que pueden enfermarnos. 

   A su vez, cuando el huevo se pone viejo pierde calidad, y con su calidad pierde algunas propiedades. Entre ellas, pierde la capacidad de emulsionar líquido, imposibilitando la unión de elementos en la cocina, como el aceite para hacer una mayonesa casera. 

   La calidad nutricional del huevo no solo depende de la raza de la gallina, su alimentación o su edad, sino que se va perdiendo con el tiempo luego de haber sido puesto. 

   A medida pasan los días el producto va perdiendo agua a través de los poros que posee en su cáscara y a su vez ingresa aire adentro. Mantener los huevos almacenados en la nevera a baja temperatura, demora este proceso, permitiendo mantenerlos en buen estado más tiempo. 

   Un huevo no fresco, tiene una clara menos consistente y una yema que se desplaza y deja de estar elevada en el centro. A su vez, los huevos viejos poseen una cáscara más débil y una membrana frágil.